domingo, 30 de junio de 2013

El problema del otoño.

En otoño se caen las hojas. En otoño se caen las hojas y es muy lindo sentir cómo se rompen mientras caminás por la calle, pero después llueve, están todas húmedas y es un despelote bárbaro. Algunas hojas son grandes, chicas. Para colmo, si están en tu jardín, te tapan el sol, te tapan todo y se muere tu jardín. O a veces peor todavía, de tantas hojas por la calle no te das cuenta y pisas un tremendo sorete.
Vamos a tener que barrer las hojas. Vamos a tener que barrer las hojas, juntarlas todas en una bolsa, y dárselas a alguien para que se encargue de las hojas que juntamos y ya no generen problemas. Mirá que las hojas las terminás de barrer en invierno, y cagado de frío. Lo vas a tener que hacer igual.
Verán, los problemas son como las hojas del otoño. Vamos a tener que barrerlas, sí o sí.
Es el principio del otoño y es una paja tremenda tener que barrer todo porque en cuento sople un vientito, se te llena de hojas todo otra vez. Igual vas a tener que seguir barriendo hasta que vengan tiempos mejores y dejen de caerse las hojas a causa del viento; porque la cosa del viento, es que es la manera violenta de decir “aire”, que a su vez es una forma más “amaneradita”, “instruida”, “educada” de decir NADA.  Es lo mismo con los problemas: el viento, es decir, la nada, trae las hojas, y también trae los problemas hasta que vengan tiempos mejores.

Miren, no les voy a mentir, podemos hacer muchas cosas con las hojas pero la posta es con esfuerzo y continuamente barriendo.
Podemos agarrar esos sopladores y sencillamente correrlos hasta el costadito y dejarlos ahí, seguro, momentáneamente te quedaste sin hojitas pero el vientito va a venir y enseguida se te llena de hojas el jardincito otra vez. ¿“Fácil se viene, fácil se va”, no? Podemos soplarlas al jardín de al lado (cosa muy común hoy), para que el de al lado se encargue, pero no hay manera más simple de enojar a quien tenemos al lado que poniéndolos en esa situación. También incluso pueden llegar a sopletearte todas tus hojas y además las suyas de nuevo a tu jardín. Otra situación posible sea que el viento se lleve todas tus hojas a algún otro lado, pero así como se van esas hojas, caen otras nuevas a causa del viento, y volvemos a lo mismo.
Hay gente que no hace nada, y deja que las hojas se le amontonen en el patio y queden ahí. Después se andan quejando que tienen el jardín feo, y que “no estaban mirando el jardín y que no fue su culpa”. Mentiras. Si te dan un jardín, o si te compraste una casa con jardín era para mirarlo, o al menos tenerlo, cuidarlo y saber que se iban a caer las hojas.

Pero entonces me pregunto: ¿Por qué no cortamos el árbol, el origen de todas nuestras hojas?
Es una lógica infalible. De hecho, a veces vas a tener que hacerlo. Pero lo cierto es que frecuentemente las cosas que nos generan los mayores problemas, también son las que nos dan la mayor hermosura. Es un árbol hermoso, con colores hermosos, y da las mejores fragancias y las mejores flores en primavera, en tiempos mejores. Me encanta cómo se acurrucan los pajaritos y la sombra que hace en verano para dormir las siestas. Es mayor el provecho de su hermosura que la fiaca de barrer las hojas en otoño. ¿No te parece?

Barramos las hojas hasta que llegue la primavera, después podemos pasarla bien en nuestro jardín con fragancia al mejor árbol de todos.

Soy Naka y no te estoy diciendo como debes vivir.


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